Jueves, Noviembre 21, 2024

La Real sumó un buen punto en su estreno europeo. Lo logró en un partido meritorio, en el que protagonizó una buena primera mitad, pero en la que los fallos particulares acabaron condenándole a un empate que debe apreciar bastante por de qué manera se causó, por de qué forma lo consiguió y porque Remiro le salvó al detener un penalti en la segunda mitad en la que los locales fueron enteramente superiores.

Mientras le duró la gasolina, los realistas estuvieron muy metidos en el encuentro y trataron de tú a tú a los titulares del Niza con un once plagado de canteranos. Lo peor es que , en su camino de recuperación , volvieron a conceder dos regalos que no tienen cabida en el fútbol de elite. Un mal despeje de Aihen acabó en un empate en el descuento del primer acto que cambió completamente el rumbo del encuentro y un agarrón infantil y también inadmisible de Pacheco provocó una pena máxima que estuvo a punto de concederle la victoria a los locales.

En el capítulo de buenas novedades , un estreno como titular que se recordará durante un buen tiempo en una nueva promesa que apunta a ser un central de época. Jon Martín se mostró infranqueable actuando de líbero. Portentoso por arriba y por abajo y con un descaro fuera de lo común con el balón en los pies. Y la vuelta de Brais deja entrar al equipo en una nueva dimensión más reconocible y competitiva. El gallego fue el faro que precisaba la Real para conseguir la pausa y demostrar el talento que tiene su ofensiva. Barenetxea, que se lesionó nuevamente , puso por enfrente a los vascos tras una buena combinación con el de Mos y Rosario selló el empate.

Manual de supervivencia a una crisis de comienzo. Nuevo capítulo: estreno en Europa con un once revolucionario en el que Imanol ingresó ocho cambios con en comparación con equipo que empató en Valladolid para un total de nueve canteranos, mucho más Remiro y Brais. Odriozola y Aihen en los carriles, con Jon Martín (sin duda la mayor sorpresa) junto a Zubeldia y Pacheco. Una zaga completa made in Zubieta. Un centro del campo formado por Zubimendi (este no descansa jamás ), Brais y Pablo Marín (la otra gran novedad) y una frontal compuesta por Barrenetxea y Oyarzabal. Era curioso ver el banquillo con siete incorporaciones, ocho si se cuenta a Aramburu.

Bueno, ajeno de deseos y de que cada uno de ellos transporta un entrenador dentro, tópico al que recurrió Imanol en la víspera, cuando se anunció el nuevo formato y se conoció el sorteo, la mayoría pensó que en esta edición lo ideal era competir rotando bastante por el hecho de que había margen para padecer mucho más tropiezos que con el previo de los conjuntos de cuatro. “A algunos les parecerán muchos cambios y a ciertos pocos”, aseveró asimismo el técnico. A priori la apuesta era arriesgada , con un canterano, la enorme perla de Zubieta, que se estrenaba en el once y otro que llevaba sin ser titular desde febrero de 2023 y que no disputó ningún minuto la temporada pasada.

Imanol tenía un plan. No estaba tirando el partido para meditar en ganar de manera ineludible al Valencia. El técnico apostó por un 5-3-2, con los carrileros muy largos hasta el punto de que muchas veces se transformaban en extremos. Aun Odriozola, que protagonizó una sección primera espléndida plena de fuerza, valentía y pundonor, no tenía inconvenientes en ponerse de 9 en múltiples asaltos intentando encontrar un pase en hondura.

El aparato txuri-urdin completó unos buenos 45 minutos con un solo fallo, las pérdidas de balón en posiciones bastante comprometidas. Las oportunidades del Niza llegaron tras recuperaciones merced a la buena presión local. En cambio, los realistas generaron peligro en sus veloces contras, en las que salían disparados sin mirar atrás.

A los dos minutos, Moukoko rozó el tanto con un disparo bastante cruzado tras una buena conducción de Guessand en el momento en que todavía se trataba de detectar la Real en su nuevo dibujo. Brais, que dio sentido a todo, asistió de forma fantástica a Oyarzabal, pero este falló en un control relativamente sencillo que le iba a aceptar plantarse solo frente al meta. Segundos después, un centro de Aihen lo cabeceó como pudo Odriozola y detuvo Bulka. Este fue el mejor resumen de la iniciativa de Imanol: centró un lateral y remató el otro.

Barrene, que había arrancado perezoso y despistado, despertó en una aceptable acción donde combinó bien con el diez y que concluyó Marín con un chut que desvió la defensa a córner. En el 17’, en una contra tras robo de Brais, Barrene la convirtió en gol. 432 minutos después, la Real veía puerta.

Aihen perdió un balón que no era el primero; y Moukoko no llegó a volear en un situación muy obligada. En la jugada siguiente, un extraordinario pase de Barrenetxea no lo pudo transformar en el 0-2 Oyarzabal al repeler su disparo un zaguero. Con el partido controlado por la Real, ahora en el descuento, Rosario empató tras otro fallo grosero de Aihen.

Una lástima la verdad porque el partido cambió de decorado completamente en la reanudación. Los players de la Real por el momento no tenían piernas para afrontar carreras tan largas y comenzaron a perder balones uno tras otro. Como si no fuera sufisciente , el colegiado danés pitó un penaltito en un claro agarrón como los que existen varios inexcusables de Pacheco. Remiro calló la boca a sus críticos con una buena intervención abajo al lado del palo. Los cambios no mejoraron bastante a un aparato que padeció para sostener el punto hasta los últimos diez minutos en el momento en que Aramburu y Marín remataron sin localizar portería. Ndayishimiye desperdició ámbas últimas ocasiones locales con sendos chuts peligrosos. Uno lo detuvo el de Cascante y el segundo se marchó fuera.

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