Todo le marcha al Barcelona bajo el mando de Hansi Flick, que también cazó en su trampa al Real Madrid. El nuevo proyecto blaugrana , sin asomo ya de bisoñez, enfilaba una semana muy cruda, con las pruebas del Bayern Múnich, un viejo recuerdo traumático al que tumbó, y del último vencedor de Europa, y salió volando, subido a un plan riesgoso pero ante el que sucumbió asimismo la pareja de velocistas Mbappé y Vinicius, que se despeñaron una y otra vez por el abismo abierto por el plan de Flick. Cayeron 12 ocasiones en fuera de juego, más que jamás desde 2013. El Barcelona se marcha en una nube y deja al Madrid zozobrando en sus dudas. Cuando no ha podido conseguir más rumbo que el de una remontada al Dortmund, recibe un sopapo formidable del peor contrincante , un 0-4 dolorosísimo que pudo ser bastante peor, y le ve alejarse ya seis puntos en la Liga y no alcanza su récord de 43 partidos seguidos sin perder.
Y eso que el escenario fue el pensado , el que alguno había estudiado. Sabía a eso que iba: el Barça con su defensa instalada en el centro del campo y el Madrid intentando encontrar el modo de aprovechar el espacio que eso abría a la espalda de Cubarsí y también Iñigo Martínez. A lo largo de varios minutos dio la sensación de que el plan de Flick era lo destacado que le podía pasar al Real, las condiciones más apetitosas. Tras semanas buscando la construcción del juego, para agredir aquello bastaba un movimiento sencillo. Un pase al espacio, y Mbappé y Vinicius, a correr. La lengua francesa y el brasileiro pasaron la noche como velocistas puestos en los tacos, a la espera del tiro de salida.
Como deseaba Flick, hubo muchas nulas. Camavinga se giró en el centro del campo y de forma automática envió la pelota a esa región señalada, a la que corrieron Vinicius y Mbappé. El francés echó fuera el mano a mano , pero el linier le había cazado antes. Fue el primer fuera de juego de los ocho en el primer tiempo.
El batallón de Ancelotti salió incendiado como no lo había hecho hasta ahora al principio de un partido. Vinicius presionaba a Cubarsí y al portero y provocaba una pérdida tras otra. Y entonces el Madrid volvía a publicar otra oleada, otro intento de solucionar el inconveniente de su sincronización lanzador-delantero al verse ante la armonía de la línea defensiva del Barça. Se les iba al limbo una sucesión de falsas ocasiones , una compilación desesperante con aires de aquella primera visita del Milan de Sacchi al Bernabéu. El enigma parecía irresoluble y, en el momento en que se acercaban a descifrarlo, les hacía falta precisión. Mbappé tiró por encima del larguero mientras Iñaki Peña, cogido fuera de sitio , retrocedía desesperado hacia la portería. Y en el momento en que por fin acertó, con un sutil toque por encima del portero, y se desahogaron todos en la celebración, la máquina dibujó una parte de su cuerpo donde no había de estar.
Mientras que el Madrid exploraba la vía directa, a veces desde el saque de portería, el Barça edificaba con más sosiego desde Pedri y Casadó. Navegaban con pulso excelente unas aguas en las que mordían Valverde, Tchouameni y Camavinga. El aparato de Flick se ordenaba más que nada por el centro, por donde se descolgaba para apoyar Lewandowski. Por donde se presentó asimismo Lamine Yamal solo frente Lunin, que solo tuvo que recibir un balón blando a las manos. Ni él ni Raphinha precisaron explotar las bandas para llevar a cabo daño.
Mientras que al Madrid se le iba desinflando el entusiasmo, pinchado por el banderín del línea, el Barcelona halló premio por la vía a la que había invitado al Real. Bastó el segundo tiempo. Casadó coronó un partido soberbio con un pase tenso por el medio adonde corría Lewandowski, a la espalda de la defensa local, que no tenía la precisión geométrica azulgrana , rota por Mendy. Cara a cara con Lunin, el polaco halló un rincón de la red. Como volvió llevarlo a cabo solamente dos minutos después, cuando cazó de cabeza entre Militão y Rüdiger un centro de Balde.
El doble golpe volvió a excitar al Madrid, que siguió intentando descifrar el enigma al que ya sabían que se iban a combatir. Pero siguieron acumulando fueras de juego y errores frente a la portería en jugadas válidas y anuladas.
La desesperación, que tantas veces ha impulsado al Real, la última el martes contra el Borussia Dortmund, en esta ocasión les desnudó todavía un poco más. El Barcelona, muy sólido en su plan, con la gravedad de un aparato hecho pese a lo poco que transporta con Flick, explotó el desmelene del Madrid. El destrozo ha podido ser mucho mayor. Lewandowski desaprovechó un par de ocasiones inusuales : una al palo con la puerta vacía y otra por encima del larguero solo con Lunin. Les dio igual. El Real se había destapado del todo y siguió recibiendo golpes.
Quedaba tiempo para otro instante para el álbum de recuerdos de Lamine Yamal, que acertó con el tercero. Y asimismo para el cuarto de Raphinha. El Madrid estaba completamente descuadernado. Y de esta manera se queda, aún mucho más perdido que antes, sin adivinar ni siquiera con sus dos balas.